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El tostadero de maní de Sierras Chicas que endulza al país

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Es una empresa familiar de Salsipuedes. Lleva 36 años fabricando alimentos a base de maní, en una zona donde no se cultiva. Vende en toda la Argentina.


Cuando Tomás “Candi” Ochetti (63) comenzó a producir alimentos para copetín, en 1986, en un pequeño galpón sobre la avenida General Paz, en Salsipuedes, nunca imaginó que ese comienzo daría sus frutos después de tantos sacrificios.
 
Hoy, esta fábrica familiar llamada Caviwa (por “Candi”, y sus socios de entonces: Víctor y Walter) es la única fábrica de maní tostado que hay en Sierras Chicas, una región que no es manicera. Pero allí procesa el maní y lo transforma en alimentos que vende en todo el país.
 
Los comienzos del tostadero de maní apuntan a la historia familiar: “Candi”, oriundo de Río Segundo, y su esposa, Mildre Dellaceca (57), de Villa del Rosario, llegaron a Salsipuedes después que el padre de ella compró un histórico hotel (donde hoy funcionan locales comerciales) a metros de la ruta E-53.
 
Por entonces, él se dedicaba a vender golosinas de distintas marcas y dejó su trabajo para fabricar productos de copetín (papitas, palitos, maní tostado y maní salado) en un “galponcito”.
 
“Pero no logramos que los palitos salados se mantuvieran en el tiempo”, relata. Entonces, comenzó una sociedad con su suegro y su cuñado. Luego, ellos se fueron, y él quedó a cargo.
Arrancaron trayendo maní de la zona de Río Segundo y los seleccionaban en su galpón. “Fuimos los primeros en hacer el maní salado. Fue un gran crecimiento, y después hicimos la grana (maní partido)”, cuenta.
 
Como es un emprendedor que no se rinde, quería producir otros alimentos. Hasta intentó hacer caramelos masticables, pero ese proyecto no funcionó.
 
Hicieron el postre de maní y eso les dio otra iniciativa, después siguieron con el maní con chocolate, crocantes para tortas y helados que se impusieron en el mercado. Todo esto fue alrededor de 1992.
 
La planta actual
La producción iba en alza y necesitan un nuevo espacio. El “galponcito” quedaba chico y compraron unos terrenos sobre calle Echeverría.
 
En unos tres mil metros cuadrados montaron la fábrica que sigue ampliándose y está en crecimiento.
“Necesitamos alquilar nuevas instalaciones para el desarrollo de productos que están logrados y no tenemos espacio físico. Y darle valor agregado con otras características”, expresa “Candi”.
 
Allí producen una variedad de productos como crocantes para tortas y helados, pastas rellenas de dulce y cacao a base de maní, postres, garrapiñada, maní con chocolate, crocante caramelo y maní fileteado que venden a mayoristas (de heladerías, panaderías, dietéticas, cotillón, entre otros) a través de distribuidores.
 
Ahora, también piensan llegar al consumidor final. “Queremos hacer tabletas de postre, maní con chocolate, entre otros, en envases más chicos. Antes lo hacíamos de manera artesanal y ahora es todo con máquinas”, revela.
 
Al maní lo compran en Despeñaderos, Río Segundo, Oliva, Las Junturas. “Lo llevamos a la empresa y ahí hacemos el blanchado (descascarado) y una preselección”, admite.
 
Además, Caviwa tiene una pequeña planta en Laguna Larga donde hacen “la terminación al maní con piel” y se proveen de ella. Al cacao lo importan de Brasil.
 
A su vez, tienen proyectado realizar todo el proceso, desde el sembrado hasta terminar el ciclo. Y además de vender al mercado interno, sueñan con exportar.
Con 36 años de trabajo, “Candi” no se olvida de aquellos acopiadores que le dieron una mano al inicio. “Siempre agradezco a las personas que me ayudaron mucho. Soy de muchos favores y seguro no se los voy a poder devolver nunca”, expresa.
 
El sostén familiar
Al pasar cerca de Caviwa, el aroma a maní tostado es agradable y tentador. Muchas personas no saben que ese perfume proviene de allí.
 
“Para el común de la gente, somos desconocidos. No saben dónde conseguir los productos, eso se nos pierde un poco. Y la idea es comenzar desde lo más chico a lo más grande”, refiere.
 
En la fábrica familiar, trabaja toda la familia. “Candi”, Mildre, sus hijos: Carla, licenciada en Alimentos; Braian, en administración, y Herman, destacado piloto de automovilismo, en mantenimiento.
 
“La familia va ocupando los lugares que antes ocupaba yo. Caviwa tiene que seguir creciendo. Somos cinco, y los empleados, alrededor de 35 personas”, manifiesta.
 
Mildre expone que “Caviwa es todo, es parte de mi familia. Fue lo que iniciamos desde muy jóvenes, la seguimos, y continúan los chicos. Y eso te da más alegrías. Se interesaron por mejorarla y ojalá puedan triplicarla”.
 
Se siente orgullosa de verla crecer y de que sea la única empresa de alimentos de este tipo en la región.
 
“Quizá el balance sirva, pero una cosa es contarla y otra aguantarla. Mi tozudez y amor no me permitieron fracasar. Hay mucho sacrificio en la fábrica”, agrega Candi.
 
Fuente: La Voz del Interior

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Actualizado a: 29/11/2024

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