“Todos los maníes que se desarrollan en el criadero son Alto Oleico y tendrán resistencia a la enfermedad de Carbón” dice el ingeniero agrónomo Juan Soave, director del semillero pionero en investigación y desarrollo de nuevas variedades en maní, mientras más de 500 personas recorrían los ensayos demostrativos en el campo experimental que la firma posee en la ciudad de General Cabrera.
Los lotes evidencian el estrés hídrico sufrido por el cultivo en esta región de la provincia de Córdoba, y si bien el criadero cuenta con equipo de riego, la decisión fue no utilizarlo para ver como se comportaban las variedades frente al estrés. “Las plantas se ven verdes porque la semana pasada cayó una lluvia de 20 milímetros, pero fue la más grande en los últimos 6 meses. Si arrancan las plantas verán que la carga es muy baja. Pero como aquí hacemos selección y mejoramiento, con que podamos obtener algunos granos podemos continuar con la investigación” destaca Soave.
Nuevos materiales
En la jornada, se mostraron dos nuevas variedades tipo runner, alto oleico y resistente a carbón; y se las comparó con la primera variedad que salió. “La primera variedad resistente a carbón que hubo en el mundo se llama EC191, esa variedad hace 3 años que se está sembrando con resultados buenos. El año que debutó ese maní fue un año complicado, con períodos de sequía, y sin embargó, a último momento hizo una producción muy buena y nos motivó a todos” agregó.
Las variedades presentadas fueron la EC394 y la EC420. La primera es una variedad que tiene una calidad de grano muy uniforme. La segunda es de ciclo más corto y tiene muy alta productividad. “Es un runner que se puede reconocer a campo porque todas las plantas tienen vainas de 2 a 3 granos que no es normal en runner. Son para una primera etapa donde estamos atacando el problema del carbón” destacó.
Por su parte, la ingeniera agrónoma Sara Soave señaló que: “la campaña fue durísima en esta zona pero a nosotros nos sirvió para evaluar el comportamientos de las variedades ante estos periodos de sequía. Por otra parte, también tenemos un programa exclusivo para Sclerotinia con la ingeniera Melina Rosso, quien está trabajando con marcadores moleculares que estén asociados a esta enfermedad”.
La sclerotinia es una enfermedad monocíclica, con un amplio rango de hospedantes. Produce esclerocios que pueden persistir en el suelo alrededor de 2 años. La distribución de las plantas enfermas es generalmente en manchones y la dispersión regional es por semilla infectada y restos de cosecha llevados por maquinaria.
Sara explica que para lograr variedades que puedan ser resistentes a esta enfermedad, están trabajando en sociedad con científicos de otras entidades como el CIAP, la Universidad Nacional de Río Cuarto y la Universidad Nacional de Córdoba, dado que el criadero no tiene laboratorios para avanzar más rápido en este sentido.
El desafío sanitario
“Si no damos respuesta a los problemas sanitarios, los llevamos con nosotros”, dijo Claudio Oddino, fitopatólogo y docente de la UNRC. “La forma más rápida de escapar de los problemas sanitarios es movernos a nuevas regiones. Lo hicimos con los hongos de suelo y más tarde con el carbón. Pero lo cierto es que si no encontramos soluciones desde la genética, a la corta o a la larga terminamos llevando los problemas a esas regiones. Lo que hablamos con los técnicos y productores, es que si elegimos explorar nuevas áreas que sea por condiciones productivas o agronómicas, no por problemas sanitarios”.
En la segunda estación del circuito, se mostraron ensayos comparativos de rendimiento. En la primera estación, el contingente vio variedades comerciales y genotipos pre comercial. Previo a esa instancia pasan los genotipos por ensayos comparativos.
“Ahí es donde llegan los genotipos con características agronómicas adecuadas, resistencia a enfermedades y sequias. Y pasan por la parte productiva, es decir, aquellos genotipos que tienen un potencial productivo superior a las variedades comerciales actuales siguen en su camino al mejoramiento. Esto se evalúa en varias localidades del área manisera y al menos por tres años se chequea su potencial de rinde. Una vez que superan eso pasan a ser genotipos para inscribir en el INASE” indicó el fitopatólogo.
Una carrera contra el tiempo
El mejoramiento genético en maní es, sin dudas, una carrera contra el tiempo. Se trata de un negocio pequeño en comparación con otras producciones y donde la inversión en I+D es relativamente baja. Y esa inversión es la que finalmente marca los tiempos en la obtención de los resultados.
“El mercado de semillas de maní es muy chiquito. En Argentina se siembran 400 mil hectáreas, en EEUU 600 mil, en Brasil unas 300 mil, entonces nadie se mete a trabajar en la actividad, porque el mercado es muy reducido. Además, como el maní es una planta autógama, vos haces una variedad y hay un montón de gente que te la siembra, y es uno de los grandes problema que tenemos en Argentina. Por eso estamos luchando por la nueva Ley de Semillas, o que se aplique la ley protegiendo la propiedad”, finalizó Juan Soave.