El cultivo de maní superó una prueba importante en una campaña llena de incertidumbres. Una de ellas tenía que ver con la calidad de la semilla, ya que las evaluaciones que se realizaban en laboratorios previos a la siembra no eran las ideales. A esto se le sumó regiones con bajo perfiles de humedad y temperaturas realmente bajas para la época, lo que terminó por conformar un escenario desfavorable.
Sin embargo el maní nació bien. En los campos no se observan problemas graves de población de plantas, aunque por allí hay lotes que tienen menos de lo ideal, pero no es para preocuparse. Lo que los expertos indican es que el desarrollo del cultivo esta por detrás de la media, debido fundamentalmente a la falta de temperatura.
“En años normales para esta época el maní tiene alrededor de doce nudos en el tallo principal y estaría largando los primeros clavos, pero vemos que la planta tiene unos ocho nudos y recién está floreciendo. La siembra arrancó con temperaturas bajas y aun seguimos registrando fenómenos así por más que en el día este caluroso. Evidentemente el maní responde bien a las altas temperaturas por lo que estaría faltando calor” dijo Ricardo Díaz, gerente de proyecto de la Cooperativa Arroyo Cabral.
Desde el punto de vista climático las últimas precipitaciones permitieron recuperar los perfiles y hoy en día no se ven problemas por falta de agua. Ahora resta esperar a que las altas temperaturas se mantengan para que el cultivo avance con su desarrollo, logre un buen clavado y cierre el surco.
Con respecto a la superficie implantada, las cifras oficiales reflejan una disminución del 16% con respecto a la campaña pasada, pasando así de las 423.000 hectáreas en el 2017 a unas 355.000 hectáreas en la campaña actual.
Precios del Maní
