El especialista en malezas, ingeniero Sergio Morichetti, admite que el problema es más severo en la soja que en maní, no solo porque hay mucha más cantidad de hectáreas, sino porque el productor manisero tiene la cultura del uso de herbicidas residuales y combate mejor al yuyo colorado. “Al no ser el maní un cultivo genéticamente modificado, no tiene resistencia al glifosato como la soja, lo que llevó al productor a seguir con prácticas de manejo y utilizar herbicidas antiguos que ahora se están incluyendo nuevamente en soja”.
Morichetti hace hincapié en la necesidad de rotar cultivos, herbicidas y todas las prácticas culturales necesarias sobre todo en soja. “Lo recalco porque afecta al maní indirectamente ya que si hay serias infestaciones en soja y al año posterior venimos con maní, evidentemente las consecuencias se sienten”.
¿Porqué rotar modos de acción?
“El herbicida en un compuesto químico que impacta sobre algún proceso metabólico de una planta. Cada familia de herbicida tiene una característica especial. Esa familia de herbicidas va a matar a la planta a través de bloquear una enzima en un proceso metabólico. Cuando hablamos de igual mecanismo de acción, quiere decir que un productor sin darse cuenta está utilizando productos de distintas compañías, de distintas marcas y nombres químicos pero que matan a la maleza de la misma forma. Por lo tanto cuando se aplica tres veces en el año, se aplica siempre la misma fórmula y la naturaleza es suficientemente savia que cuando ocurre esto, mediante la presión de selección, genera anticuerpos y biotipos resistentes a los cuales no vamos a poder controlar más con ese herbicida” señala el experto Luis Lanfranconi del INTA Río Primero.
Por otra parte, los especialistas señalan que la especie Amaranthus Hybridus comienza a cobrar importancia en provincias como Santa Fe y Buenos Aires, a diferencia de lo que sucede en el sur de Córdoba (zona manisera) donde ésta especie no tiene tanta superficie como el Palmeri, que es más común y posee altos niveles de infestación.