En Argentina, el cultivo de maní abarca unas 450.000 hectáreas, principalmente en Córdoba. Este noble producto no solo es un infaltable de las picadas, sino que también ha demostrado su potencial como fuente de energía renovable y material para la bioconstrucción, transformando la industria de manera sustentable.
A pesar de que el consumo de maní en Argentina alcanza solo un kilogramo por persona al año (frente a los 5 kilos en países como Estados Unidos), el interés por sus beneficios ha crecido en los últimos años.
“Antes de la pandemia, en Prodeman producíamos pasta de maní que se nos vencía en los depósitos. Hoy, vendemos todo; la gente entiende que el maní es sano y rico”, comenta Ivana Cavigliasso, ex presidenta de la Cámara Argentina del Maní y titular de Prodeman.
Economía circular a partir del maní: bioenergía para 18.000 hogares
Desde AgroCultura visitamos la planta de Prodeman (Maní King) en General Cabrera, Córdoba, donde se procesa maní que ellos mismos producen, para consumo local e internacional.
El 70% de sus 40.000 hectáreas de producción se destina a la exportación, mientras que el resto abastece el mercado nacional.
Sin embargo, el compromiso de la empresa va más allá: lograron transformar la cáscara del maní en energía eléctrica, suficiente para abastecer a 18.000 hogares.
Florencia Gurruchaga, supervisora de operaciones en la planta de bioenergía de Prodeman, explica el proceso: “Las cáscaras de maní se envían desde la planta central a la caldera a través de un conducto subterráneo. Allí, las quemamos, generamos vapor, que luego pasa por una turbina y se convierte en energía verde, que distribuimos al Sistema Interconectado Nacional”.
El proceso también se centra en el cuidado del agua y la reducción de emisiones. “Condensamos el vapor que pasa por la turbina y lo reinyectamos en la caldera, recuperando el 90% del agua generada”, señala Gurruchaga. Además, un filtro atrapa partículas del humo para evitar la contaminación del aire.
Bioladrillos de maní: innovación en construcción sostenible
El compromiso de Prodeman con la sostenibilidad no termina en la producción de energía: las cenizas resultantes del proceso se mezclan con cemento y agua para crear bioladrillos, en un proyecto que aún está en etapa experimental.
“Ya hemos levantado algunas paredes con ellos, y los resultados son prometedores”, comenta Gurruchaga.
Así, el maní no solo se posiciona como un alimento tradicional en Argentina, sino también como un recurso clave para una economía más sustentable. Este cultivo muestra cómo el campo está presente en nuestras vidas de formas innovadoras, con una industria agroalimentaria que se reinventa para contribuir al cuidado del planeta y promover un futuro más verde.
Fuente: Infocampo