El maní, como cualquier otro cultivo, requiere de una cuidadosa planificación de tareas previas y durante el desarrollo del cultivo para lograr alcanzar los potenciales de rendimiento y calidad. El control de enfermedades es uno de los puntos críticos para este cultivo, de tal modo que si las condiciones ambientales son predisponentes para el desarrollo de una determinada enfermedad y no se actúa con la herramienta adecuada en el momento indicado, la producción puede verse severamente afectada.
La viruela es una enfermedad que produce defoliación, debilitamiento de clavos y de tallos y, en consecuencia, pérdidas de rendimiento, problema que se agrava cuando se demora el trabajo de arrancado.
Las condiciones ambientales, son fundamentales para el desarrollo y avance de esta enfermedad. Temperaturas diarias de 20 a 30°C con humedad relativa superior a 90%, son condiciones que favorecen la intensidad de los ataques. Del mismo modo, un período cálido y seco impide el desarrollo de la enfermedad.
Los daños que se producen por esta enfermedad pueden variar del 5 al 35% por reducción de área foliar fotosintéticamente activa, dependiendo la magnitud del daño de la intensidad de la enfermedad. Sin embargo, las mayores pérdidas se producen por debilitamiento de los clavos y desprendimientos de las vainas. Estas pérdidas aumentan a medida que se demora el arrancado una vez alcanzado el estadío de madurez del cultivo.
Estos agentes se caracterizan por desarrollar varias generaciones en el ciclo del cultivo (enfermedad policíclica), por lo que la estrategia para su manejo se basa fundamentalmente en disminuir la tasa de incremento.
Los especialistas del sector recomiendan el monitoreo constante de los lotes y el control a tiempo mediante el uso de productos fitosanitarios.