Todos los meses, Coninagro publica esta herramienta para que los productores agropecuarios puedan hacer un seguimiento de los indicadores que se analizan. «El «Semáforo de Economías Regionales busca simplificar la complejidad y heterogeneidad de la producción en el campo hacia una herramienta visual de análisis», señalan desde la entidad cooperativa.
En el caso del informe del mes de noviembre el semáforo del mes muestra: 2 verdes, 5 amarillos y 12 rojos, mismos números que el mes anterior. Un punto importante, este es el último semáforo pre-devaluación, ya en los próximos meses comenzará a verse los efectos tanto en los costos, en los ingresos y en los mercados de referencia. Los datos de este informe corresponden al relevamiento del mes de noviembre, e indican que los volúmenes de producción y la superficie o stock estimada es menor que la campaña anterior en 10 actividades, aún no se ha superado el efecto de la sequía.
«Las subas de precios (al productor) por encima de la inflación se observa sólo en 8 actividades. Pero la cuenta a pagar también se hace más grande: los costos se mueven por encima de la variación interanual de los precios, en diez actividades. Cambios en las exportaciones deberían esperarse en los semáforos posteriores a la variación del tipo de cambio», señalan.
¿Qué pasará con el maní?
La producción de maní se realiza en el centro del país, con foco en la provincia de Córdoba, se siembra en primavera y se cosecha en otoño. Por la importancia del proceso post-cosecha en la generación de valor, cuenta con participación de cooperativas.
Cuenta con una Cámara representativa y un Clúster Manisero: vínculos estrechos de innovación junto a universidades, INTA y empresas de desarrollos bio-tecnológicos. Según destacan en la gacetilla, ha habido un esfuerzo conjunto de impulso de esta actividad en los últimos años, con foco en las buenas prácticas y el cuidado del suelo.
«El maní es un cultivo que requiere inversiones en tecnología (dolarizada) que no se pueden posponer: el gasto directo suele ser casi dos o tres veces el de un maíz de alta tecnología. Los alquileres, a su vez, tienen valores superiores a otros cultivos. El maní se exporta (más del 90%) en forma de grano para consumo directo o industrializado (aceite, harina, pasta), atravesando procesos de limpieza, descascarado y clasificación. No es un grano que pueda almacenarse durante años, y la comercialización se gestiona a la par del cultivo. Recientemente la cadena estuvo afectada por la sequía, por lo que la campaña anterior dejó escasa producción».
Por otro lado, destacan que los precios del maní, principal variable de los ingresos de los productores, se determinan internacionalmente, con grandes caídas en la post-pandemia y estacionalidad en la cosecha argentina.
Variaciones en el tipo de cambio y de las alícuotas a los derechos de exportación se traducen en forma directa a los precios, por ello la preocupación ante los recientes anuncios. Esta cadena, en caso de contar con un 15% de derechos de exportación, como se ha anunciado, pese a ser una economía regional, se espera que genere rentabilidad negativa adicional en toda la cadena, justo a mitad de la campaña».
Un desincentivo de este tamaño generará una pérdida de producción posterior y de mercados, arrastrando eslabonamientos con los sectores de servicios y tecnología. En el Semáforo de Economías Regionales, el Maní está en verde con la información de noviembre de este año, siendo una de las pocas actividades que ha mejorado sus indicadores: seis meses atrás estaba en rojo. Pero esta es la «foto» de los datos a noviembre. Hacia adelante habrá que medir de nuevo.
Fuente: El Litoral