El sector agroindustrial exporta casi mil toneladas de maní argentino al año, con el epicentro nacional de la producción en Córdoba, donde se concentran el 90% de las empresas de este sector. En segundo y tercer puesto están las provincias de La Pampa, con casi el 5% de la producción y luego San Luis con el 4%. El 1% restante se distribuye entre Salta, Buenos Aires, Santa Fe y Jujuy.
De lo que se produce, el 80% se exporta principalmente a Estados Unidos y Europa, regiones donde el consumo promedio anual es de 3 o 4 kilos de maní por persona, mientras que en Argentina es tan solo 1 kilo.
A su vez, el 15% se destina a la industria, y luego quedarán un 3% para acumulación de stock y un 2% para las semillas y usos varios.
Historia del maní
De origen latinoamericano, se estima que el grano del maní data desde el 1.200 a 1.500 AC, encontrándose principalmente en el norte argentino, Bolivia, Brasil, Paraguay y Perú. Durante la época precolombina se cree que los pueblos originarios fueron expandiendo sus semillas y actualmente se puede hallar la planta de maní incluso en algunas zonas de América Central y México.
Si bien los colonizadores europeos comenzaron a llegar al territorio americano a fines del siglo XV, no fue hasta el siglo XVIII que comenzaron a interesarse en él. Los españoles lo enviaron a España e Italia, mientras que los portugueses lo introdujeron en África. Tiempo más tarde, por medio del tráfico de esclavos, el maní llegaría a Estados Unidos.
En Argentina, la producción estuvo concentrada en las provincias del litoral hasta la década de 1920. Allí fue cuando la industria cordobesa comenzó a crecer a pasos agigantados, a tal punto de convertirse en la actual líder encargada de la producción y exportación del producto a nivel nacional.
El maní argentino y la producción sustentable
Una de las principales características de las empresas nacionales tiene que ver con la inversión en desarrollo sustentable e investigación, lo cual la vuelve una industria modelo a nivel mundial.
Esta iniciativa surgió en el año 2001, cuando veinte empresas que integran la crearon la Fundación del Maní, una organización que se especializa en buscar soluciones para un desarrollo más competente y amigable con el medioambiente.
Algunas de las innovaciones más recientes están relacionadas con la implementación de técnicas para preservar los suelos, como los cultivos de cobertura, y el reciclaje de las cáscaras de maní para generar energía y producir ladrillos.
Uno de los beneficios más notables de la producción respetuosa con el planeta es una huella de carbono considerablemente menor en comparación con la de Estados Unidos, por ejemplo.
Fuente: Billiken.lat