Cada vez más productores eligen los suelos sanluiseños para diferentes actividades agropecuarias. Tal es el caso de Walter Cavigliasso, dueño de un grupo empresario que lleva su apellido y está ubicado en General Cabrera, provincia de Córdoba.
Walter nació en una familia de tradición manicera, que con los años aprendió a darle valor agregado en una de las plantas que armó en la provincia vecina, donde realiza los procesos de tostar y pelar la materia prima que cultiva en San Luis. Además, producen aceite de maní y expeller que usan como alimento para los rodeos que tienen en un campo de La Angelina.
La revista El Campo visitó la planta manicera de General Cabrera acompañada por uno de los asesores agronómicos que Cavigliasso tiene en San Luis, Gustavo Del Bosco, quien se hizo cargo de la logística y trasladó a esta cronista y a un fotógrafo para hacer una recorrida que llevó toda una jornada de trabajo. Al llegar fue el propio Cavigliasso quien ofició de anfitrión en una mañana que sobresalía por su humedad y el frío extremo. Muy atento abrió las puertas de su empresa familiar para mostrar lo que hacen y cómo llegaron a cruzar el límite con San Luis.
Villa Mercedes es el lugar que desde hace cuatro años eligieron para hacer maní. El dueño, que junto a la compañía de sus tres hijos varones y su mujer trabajan cada día para crecer y mejorar, reconoció que hay productores que no cuidan los suelos entre los que llegaron los últimos años, pero jura que no es el caso de su empresa. “Nosotros hacemos coberturas con pasturas al finalizar cada campaña para evitar se nos vuelen los suelos. Es cierto que no todos lo hacen, pero el cultivo por sí solo no es mala palabra. Sólo es necesario tomar los recaudos en la producción”, comentó Cavigliasso.
“Nosotros le pagamos a un agrónomo de San Luis, que es quien realiza el plan de manejo del cultivo para ser presentado en el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción. A partir de allí recibimos la visita de los técnicos, que tienen el fin de controlar hagamos bien las cosas”, contó, y destacó la importancia del pago del Documento Provincial (Do Pro).
Además detalló que ese trámite se hace en un lapso de 10 días previos a la siembra y que en alguna oportunidad cometieron la infracción de sembrar antes de la visita de los técnicos del Gobierno, porque se les pasaba la fecha. “Considero que se demoran un poco en hacer los relevamientos.
Nosotros tenemos una fecha para sembrar que debemos respetar. Por eso en aquella oportunidad decidimos comenzar con nuestros trabajos sin la autorización, pero nunca fuera de la ley en materia de buenas prácticas agrícolas”, comentó el productor, quien remarcó que por lo demás trabaja "muy cómodo" en tierras puntanas.
“Yo fui quien decidió incursionar en San Luis. Fue en una época en la que era más conveniente comprar que alquilar. Elegimos la zona cercana a Villa Mercedes porque tiene tierras muy fértiles, que resultan buenas para el maní”, comentó sobre las 2.000 hectáreas del cultivo que tiene en la provincia.
Aseguró que, ante la posibilidad que en algún momento no se pueda producir más maní en San Luis, algo que estuvo en estudio, desistió de la idea de colocar el proceso de pelado en su campo. “Cuando estén las reglas de juego claras retomaré el proyecto de poner peladoras en Villa Mercedes, pero por ahora es solo una idea que no concretaré en el corto plazo”, se ataja.
El hombre sabe bien lo que es mejor para la producción del cultivo. “Es importante conocer el terreno en donde se hará la siembra. Si los técnicos sugieren no sembrar en lomas o en franjas, hay que hacerles caso. Cubrir los suelos con pasturas es vital para proteger la tierra, porque queda muy expuesta después de la cosecha. Es sabido que hay productores que no lo hacen. No es nuestro caso. En marzo hacemos alguna cobertura, que siempre es algún trigo o centeno. De esa manera, cuando el maní se levanta ya está todo verde y así no hay voladuras. La siembra se hace al boleo los primeros días de octubre y la cosechamos en no más de 160 días”, detalló Cavigliasso sobre cómo trabajan en sus campos, no solo en San Luis sino también en la zona de Vicuña Mackenna.
Por cada campaña cosechan 6.000 toneladas sólo en San Luis. “Son buenos números los que conseguimos, pero sin duda en Córdoba hacemos aún mejores rindes”, aseguró el empresario, quien contó que el maní se selecciona, porque hay bueno y malo. El malo que es el que se conoce como 'industria', se usa para hacer aceite de maní. El desperdicio del prensado del grano tiene destino de expeller. En ambos casos los Cavigliasso utilizan esa materia prima para alimentar sus rodeos en La Angelina. “Del campo viene con cáscara. Primero lo pelamos, luego seleccionamos el grano. La alimentación de las vacas termina siendo de cáscara de maní, que le aporta al animal pura fibra. Eso se combina con maíz, que también se hace en las cercanías de Justo Daract, para aportarles energía. Las proteínas se las damos con el expeller que sacamos de los desechos de la producción de aceite”, contó sobre la dieta de los animales que se crían en los campos de San Luis.
En la producción ganadera, Cavigliasso hace el proceso completo; cría, recría y engorde. Allí tiene alrededor de 4.000 cabezas. “En el feedlot siempre hay tropas, podemos llegar hasta 800 animales. Tenemos un sistema de capitalización en el que las madres de otros dueños van a nuestros campos y compartimos la cría”, dijo el productor, que cría Angus colorado. “Toda la hacienda que se produce en San Luis queda allí. Generalmente las ventas las hacemos en el frigorífico Marfrig, uno de los principales exportadores”, destacó.
En cuanto a la crisis general que vive el país y que ha afectado gravemente a algunos sectores de la producción agropecuaria, Cavigliasso remarcó que “no es algo que nos afecte de sobremanera. Por el contrario, las exportaciones con la llegada del nuevo gobierno tienen menos restricciones y permisos mucho más rápidos. Inclusive no hemos tenido mayores problemas con el precio de los insumos internos. Ahora ingresan productos que por muchos años estuvieron vedados”. Pero no todas han sido rosas. El año pasado fue una campaña muy húmeda, lo que aumentó los rendimientos de manera considerable. Sin embargo en 2018 la seca complicó sus producciones. “No solo en maíz resultamos afectados. La soja y el maíz dieron promedios muy bajos", contó.
La marca comercial con la que Walter se hizo conocido en el mercado es Win. De lo que sacan de maní "bueno", procesan en su planta de General Cabrera para hacer maní tostado para snack, que luego colocan en el mercado interno. “Hacemos unas 120 toneladas por día, entre los procesos de tostado, fabricación de aceite y de expeller. Para Europa y Turquía tenemos lo que llamamos maní blanqueado y crudo, que se usa como snack, y también para la elaboración de crema de maní, muy consumida en esas regiones, pero nada en la Argentina”, contó el empresario, que reconoció que es Claudia, su esposa, quien se hace cargo de las relaciones internacionales para incluir el producto en el mundo.
La planta ocupa cinco hectáreas. Está ubicada en una de las avenidas principales de General Cabrera. Enfrente tienen las oficinas y al lado de la planta, la vivienda familiar de los Cavigliasso en donde viven con sus cuatro hijos.
Recuerdos familiares
Delmo Cavigliasso es el padre de Walter. Él y sus dos hermanos comenzaron en los años '50 con la siembra de maní. "En ese momento no existía la ruta de Río Cuarto a Villa María, por lo que trasladaban la producción por caminos de tierra hasta una aceitera de la zona". Con el tiempo fueron creciendo. En el año '78 dieron el primer puntapié y comenzaron a exportar. Fueron dos hectáreas las que se sembraron en sus comienzos. Luego construyeron la planta, que los ayudó a procesar lo que producían. En 2008 se separó la empresa en tres firmas: Prodeman, que comercializan la marca Maní King, Maní Agro y el Grupo Cavigliasso”, contó para mostrar cómo fue que repartieron la herencia con sus primos.
“Tengo dos hermanos más, pero soy el único que se quedó con la producción de maní. Uno de mis hermanos tiene cabañas para el turismo y el otro se dedica a su propio campo", contó Walter, quien ahora trabaja codo a codo con su mujer y sus tres hijos varones. "Desde los 16 años acompaño en el campo a mi papá. Antes teníamos pocos empleados y había que ayudar. Ahora son mis hijos los que están conmigo. Nicolás, de 22 años, está con nosotros desde hace uno, cuando se recibió de contador público".
Hay un viejo dicho que dice que "el fruto nunca cae lejos del árbol". Eso les pasó a los Cavigliasso, que mantienen una herencia que sus antepasados levantaron con mucho esfuerzo y hoy ellos rinden honores, y por sobre toda las cosas con gran orgullo por lo que fueron, lo que son y lo que serán, ya que la historia continúa en manos de los nietos de Delmo, que ya eligieron su camino dentro de la empresa.