En caja, con o sin sal, pelados o con cáscara, en Argentina, la mejor “novia” para el maní es una cerveza fresca. Sin embargo, también puede pueden incorporarse a la dieta en tallarines con harina de maní, pesto de maní acompañando fideos, scones de queso y maní, barritas de cereales caseras y hasta un hummus.
Arañando el kilo por año, los argentinos están lejos de los 8 kilos/habitante/año que consumen en China pero también de los 3-4 que se comen los brasileños y los norteamericanos. El desafío que se ha autoimpuesto la Cámara Argentina de Maní es duplicar o triplicar el consumo interno pero también exportar más productos en paquetes y con marcas propias.
El objetivo no es sencillo, pero hay que empezar. ¿Cómo? Todo siempre, empieza en el lote. Y desde el campo, las noticias este año son buenas: se cerró una cosecha mucho mejor que la del año pasado, cuando la sequía primero y las lluvias después, afectaron rendimientos y calidad. “No es el número final pero prevemos 2,4 toneladas por hectárea de rendimiento en granos, esto es unos 35 quintales en caja, mientras que el año pasado tuvimos 1,8 toneladas”, especificó el director Ejecutivo de la Cámara Argentina de Maní (CAM), Edoardo Fracansani.
La particularidad es que aún con menor superficie (los productores afectados en 2017/18 sembraron menos) se va a lograr un 25% más de producción. Según datos de la CAM año pasado se sembraron 440.000 hectáreas y esta campaña 355.000 (20% menos), pero en rendimientos, mientras que la campaña pasada fue una media pésima de 1,83 toneladas por hectárea en grano, este año se proyecta 2,47 ton/ha. (o sea un 35% más de rindes).
Otra buena noticia, comparando con lo sucedido en 2017/18, es que no ha habido problema de aflatoxinas en el grano cosechado. “El estrés hídrico del año pasado nos liquidó no sólo en los kilos que pudimos cosechar, sino también en la gran cantidad de granos con aflatoxinas, un enorme problema en la calidad”, especificó a Clarín Rural, Rubén Borgoño, productor y presidente de Cotagro, una cooperativa que procesa y exporta maní.
El año pasado procesaron entre 55.000 y 60.000 toneladas. Y exportaron alrededor de 32.000 toneladas. Borgoño siembra entre 750 y 1.000 hectáreas. El productor reconoció una leve complicación entre el arrancado y la cosecha, cuando el maní debe quedar entre 8 y 10 días en el lote a merced del clima, porque se dieron unas lluvias. "Pero por suerte, no generaron demasiadas complicaciones en el resultado final”, destacó. Hubo maní que quedó un mes y medio, por eso se temió que otra vez la calidad quedaría en jaque.
Según había anticipado Borgoño, lo primero que se cosechó tenía altos porcentajes de humedad. La base de maní es 9% y se cosecharon algunas hectáreas con 18-20%. “Esto es un problema cuento empieza a ingresar grano con mucha humedad a la planta no sólo que es más costoso el secado, sino que tarda más y la planta empieza a colapsar”, contó.
Exportar con marca
Uno de los gigantes del maní es Prodeman, que por año produce 110.000 a 150.000 toneladas de diferentes productos y desde 2017 también empezó a producir bioenergía. Oscar Cavigliasso, quien preside Prodeman, apuntó al mercado local y dijo que se está trabajando mucho para aumentar el consumo local. "Pero es difícil, por lo pronto durante mucho tiempo el maní que quedada en el país no era bueno, algo que se está revirtiendo”, contó. Sólo queda para el mercado local un 8% de lo producido.
Al referirse a la exportación, Cavigliasso marcó que casi todo lo que se vende es maní crudo, sólo blancheado. “Estamos haciendo un estudio para ver si podemos vender productos terminados con marca propia, pero cuesta, la Unión Europea está empezando a llevar algo de producto terminado, como pasta de maní o manteca de maní, pero hay que estar muy conectados y superar barreras arancelarias que suben a medida que querés mandar un producto más terminado”, advirtió.
En este sentido, a priori la CAM marcó como “histórico” el principio de acuerdo entre Unión Europea y Mercosur. “Ofrece una excelente oportunidad para incrementar las exportaciones de maní con mayor valor agregado”, expresaron desde la CAM. Actualmente el sector tiene un arancel de 12,8% para exportar a la UE. Otra buena noticia fue la baja de retenciones de 4 pesos por dólar exportado a 3 pesos para maní confitería.
El precio que se toma para el maní es Rotterdam en base crudo y ronda los 1.300 dólares por tonelada. Similar al año pasado, que para el productor es algo menos por las retenciones.
“El precio no es tan bueno por el costo que tiene el maní”, opinó Borgoño. Y se explayó: “El drama son los alquileres, el año pasado (después de una pésima campaña) bajaron un poco, este año van a tener que seguir bajando porque no van a dar los números”.
La producción ronda de costo total entre 1.400 y 1600 dólares por hectárea, de los cuales 600-650 dólares corresponde al alquiler. Para soja se pagan 10 quintales (menos de 300 dólares a precio de hoy). El precio adecuado, para Borgoño, sería de unos 200 dólares.
A los 1.300 dólares Rótterdam que se pagan hoy, el precio que llega al productor es 570 dólares por tonelada, lo que el productor cobra por el maní sin procesar que entrega a la planta.
Al enfocarse en el potencial argentino, Fracansani especuló que con la superficie del año pasado y una producción media normal se hubiera superado el millón de toneladas. “Tenemos problemas logísticos porque si buscás nuevas zonas productivas te alejás de las plantas y se encarece el costo por tonelada”, esgrimió.
Fracansani recuerda que “cuesta más transportar un contenedor con maní desde la planta al puerto de salida que del puerto de Buenos Aires a Europa o China”. En este sentido, recientemente, Prodeman pudo empezar a cargar contenedores en tren y enviarlos directos al puerto de Rosario, un sistema que baja los costos. Desde Prodeman esperan transportar el 70% de su maní que va a exportación en tren.
Para Borgoño, uno de los temas a trabajar es en la capacidad de trabajo. “Habría que tener más máquinas para poder cosechar más rápido porque los últimos años el clima nos complicó generando muchas pérdidas entre arrancado y cosecha”, opinó. En Estados Unidos, cada 100 hectáreas tienen una arrancadora y una cosechadora, mientras que en Argentina hay una cada 300 hectáreas. “Tenemos las mismas máquinas y tecnología, pero en menor cantidad”, dijo.
Otro tema es el de crecer en superficie, para que la rotación en vez de ser un año de maní en cinco, sea uno en siete u ocho, de modo de reducir problemas de enfermedades.
Como mensaje final, Cavigliasso lamentó que en Argentina, "así como hoy tenemos un día hermoso y mañana no sabemos si va a caer piedra o llover, lo mismo pasa con la economía, nunca se sabe que va a pasar mañana y esto complica para pensar en grandes inversiones… pero bueno, es lo que hay y tenemos que seguir acomodándonos”.
Fuente: Clarin