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Mano a mano con el nuevo presidente de la Fundación Maní Argentino

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Luego de recibirse como ingeniero agrónomo en la Universidad Nacional de Córdoba, Ricardo Díaz fue becado por el INTA en el año 1984, iniciando sus primeros pasos en la Estación Experimental Agropecuaria de Manfredi. Al término de un año es trasladado al INTA General Cabrera donde según relata “me enamoré del cultivo de maní”.


Luciano Aguilar: ¿Qué lo vincula al cultivo de maní?
 
Ricardo Díaz: Uno de mis primeros trabajos fue como becario del INTA en el año 83 en Manfredi, después me trasladé a la agencia de extensión de General Cabrera donde fui jefe interino y ahí no te queda otra que hacerte manisero. No porque no haya muchas opciones sino porque es un cultivo que te atrapa. En el INTA estuve hasta 1990, de ahí me fui a la actividad privada y empecé a trabajar con empresas principalmente en el control de siembra. A partir del año 98 trabajo como asesor de una empresa de Estados Unidos y también asesorando a empresas y productores argentinos.  En el 2010 quedo como gerente del Proyecto Maní de la Cooperativa Agrícola Ganadera de Arroyo Cabral  y en el 2012 me convocan como asesor del proyecto Euronuts de PepsiCo en Europa
 
LA: Dijo que es un cultivo que atrapa, ¿cómo es eso?
 
RD: Es muy gratificante trabajar con el maní, es un cultivo que es diferente, no es un commoditie como los otros y tiene un montón de particularidades. Es muy rústico, de hecho en años en que la soja o el maíz estén realmente comprometidos en supervivencia el maní resiste la piedra, la sequía, hasta se banca 45°C. Pero a su vez tiene dos etapas muy vulnerables. Una es la siembra temprana, no es resistente a bajas temperaturas o condiciones adversas al momento de la siembra y el otro momento más importante del punto de vista de cómo se afecta la producción es cuando se arranca. Al ser un cultivo que entierra sus frutos, antes de cosecharlo es necesario arrancarlo para dejarlo secar. Pero al quedar expuesto viene una etapa donde las adversidades climáticas si son importantes, pudiendo incrementarse la pérdida como así también afectar la calidad. Si tenés exceso de lluvia en esos momentos como ha sucedido en las tres últimas campañas, se complica. “No es un cultivo para cualquiera”
 
LA: Sin embargo, las abundantes lluvias de los últimos años parecen demostrar que los rindes en maní no tienen techo.
 
RD: Eso que decís es muy interesante y lo conversamos hace poco en la Fundación de Maní que es el organismo que financia y promueve trabajos de investigación, que muchas veces son propuestos desde el Centro de Ingenieros Agrónomos, la Cámara del Maní, las Universidades o desde el mismo INTA, y cuando vemos trabajos referentes a fertilización o se habla de que le falta al maní para expresar su potencial, uno realmente no sabe cómo acomodarse ante esto porque por ahora no vemos que el maní tenga limitantes en el rendimiento a excepción de las condiciones climáticas o las condiciones del suelo. Pero en lo que respecta al cultivo parece no tener limitantes, hemos tenido rendimientos de 7.000 kilos por hectárea, algo que hace unos años parecía insólito, sin embargo parecería no tener techo.
 
LA: La forma en la que se producía hace 20 años y los malos manejos, hizo que el cultivo quedara rehén de una creencia colectiva: “Maní, destructor de suelo”. ¿Esto es así? ¿Qué ha cambiado en estos años?
 
RD: Lo que cambió, básicamente, fue la aparición de herbicidas que nos permitieron controlar mejor las malezas, ya que por su condición biológica, no es un cultivo que compita con las malezas. Antes de que aparecieran los herbicidas más modernos las opciones eran herbicidas de preemergencia o pre siembra en los cuales había que mover el suelo, no existía la siembra directa, las sembradoras tenían que tener el suelo limpio para sembrar y evidentemente el suelo quedaba desnudo pero no solo para sembrar maní sino cualquier otro cultivo. Lo que sucede es que en el maní se refinaba porque se hacían aplicaciones de herbicida que requerían pasadas de rastra de disco o dientes, y hubo problemas en algunas zonas sensibles por suelo arenoso, por exceso de pendiente y demás. Y eso generó la mala fama.
 
LA: ¿Y cómo se hace en la actualidad?
 
RD: Hoy se maneja igual que cualquier otro cultivo. Se siembra en directa, se controlan malezas con herbicidas, no se toca el suelo hasta el arrancado y posterior a la cosecha o incluso antes y hasta que venga el cultivo siguiente, cubrimos ese bache con cultivos de cobertura que permiten que el suelo no se erosione e incorporar mejor el agua. Inclusive, en muchos casos las empresas productoras de maní ya han adoptado como un inciso en los contratos de arrendamiento el uso de cultivos de cobertura.
 
LA: Con respecto a prácticas de manejo ¿Se respetan las rotaciones?
 
RD: Si, y nosotros recomendamos un mínimo de 4 años. Pero esto no es porque el maní le haga daño al suelo. El problema de repetir maní sobre maní es porque el complejo de enfermedades que tiene el cultivo, que son principalmente causadas por hongos, hace que se incremente la presión terriblemente. Y otra cosa es que el maní durante el proceso de arrancado y trilla tiene pérdidas grandes. Cuando uno ve dos o tres cajitas de maní por metro cuadrado en el suelo está perdiendo más de lo que se siembra en volumen. Al año siguiente todo ese maní nace lo que implica mayor presión de enfermedades, implica controlar el maní que va a nacer de la cosecha anterior y entonces el lote se pone verde de maní. La generación nueva de asesores e ingenieros agrónomos lo tiene incorporando porque es algo que venimos insistiendo desde hace rato.
 
LA: ¿Desafíos de la cadena productiva?
 
RD: Hoy, desde el punto de vista sanitario nuestro problema es el carbón. Una enfermedad que nos está afectando desde el año 2006 donde empezamos a encontrar los primeros lotes infectados y desde ese entonces ha crecido exponencialmente. Desde la Fundación Maní Argentino tenemos una gran cantidad de recursos destinados a esto, estudiando la biología del hongo y su relación con el maní. Todo el background de genética que tenemos es para lograr variedades resistente, lo que creemos que es la vía con más posibilidades de éxito frente a la enfermedad. Estamos financiando proyectos de investigación en genética, analizando todo el abanico de variedades silvestres que son resistentes, hasta las cultivadas que son muy susceptibles y se está estudiando donde están los genes que manejan esta resistencia. Pero es un trabajo tan arduo como lento, no se puede acelerar mucho porque una generación de maní dura un año.
 
LA: La preocupación por el Carbón del Maní trascendió las fronteras ¿Cómo lo ven desde la Fundación?
 
RD: Hasta ahora Argentina es el único país que está teniendo problemas con el carbón. En estos últimos días hemos tenido la visita de autoridades sanitarias de Australia y de Estados Unidos que han venido a ver que estamos haciendo con el problema, los avances que se están logrando y también para ofrecer colaboración de intercambiar material genético e investigación. Somos bastante optimistas, hay 3 líneas de trabajo que han avanzado bastante, creo que lo vamos a dominar pero no es tan rápido como uno quisiera.
 
LA. Acaba de asumir al frente de la Fundación ¿Cuál es la agenda de trabajo de la institución?
 
RD: Seguimos trabajando en los tópicos que la fundación ha venido trabajando desde hace tiempo. Promovemos y financiamos investigación en relación a problemas en etapas de industrialización y en el comercio internacional. Hace muy poco hubo un intento de cambiar en el status de la Organización Mundial de Aduanas al maní blancheado. Se lo quería poner dentro de un capitulo que es maní procesado y esto generaba cambios en la parte arancelaria, entonces financiamos un trabajo para demostrar que el maní blancheado no es procesado. Desde hace varios años trabajamos tomando muestras de todas las plantas de proceso, haciendo análisis de residuos de plaguicidas, de metales y estudios nutricionales que son exigidos como origen exportador.
 
Por Luciano Aguilar – Redacción TodoMani.com.ar

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Actualizado a: 29/11/2024

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