Y al igual que las civilizaciones que migraban de un lugar a otro en busca de tierras y recursos que aseguren el próspero desarrollo de su sociedad, este cultivo originario del noroeste argentino se traslado al éste en manos de agricultores que lo sembraban para producir aceite con fines comerciales. Por problemas de hongos de suelo comenzó a bajar por las costas del Río Paraná y Uruguay hacia la Mesopotamia, así hasta llegar a las márgenes del Río Segundo donde finalmente y según sus protagonistas se produciría la Revolución Manisera.
P – ¿Qué lo ligó al maní en sus comienzos?
R – Yo siempre trabajé con cereales y en el año 1979 Aceitera General Deheza estaba haciendo la planta más moderna del país en selección de maní y me convoca para llevar adelante el proyecto. En septiembre de 1980 ya estábamos trabajando, seleccionando maní que por aquellos años era el colorado y venía descascarado del campo. La planta trabajaba al cincuenta por ciento de su capacidad porque se estaba observando cómo funcionaba el mercado y a partir de allí comienza mi larga historia junto al maní.
P – ¿Cuándo se produce la revolución manisera argentina?
R – Yo estuve hasta hace dos años en funciones y prácticamente viví todo eso que llamamos la revolución manisera. Eso se lo debemos al maní runner. Si no hubiera llegado esta variedad de maní a nuestro país, no existiría esta actividad. El maní colorado, variedad que se sembraba por aquella época, a nosotros nos parecía fantástico pero a los europeos, quienes eran nuestros principales compradores, no les agradaba. Entonces unos productores de la zona en uno de los primeros viajes que hacen a Estados Unidos trajeron maní runner y rápidamente se fue reproduciendo con resultados extraordinarios. Como eso era lo que consumía Europa, la colocación era más fácil. A demás, los rendimientos de esa variedad de maní eran superiores, lo que significaba más rentabilidad para el productor y las plantas procesadoras.
P – Si el maní era cultivado por productores, ¿por qué hoy en día la mayor parte del área sembrada es manejada por empresas?
R – Mientras converso contigo recuerdo que los productores debido a los vaivenes económicos que tenía Argentina, que como verás no son de ahora porque toda la vida ha sido igual, muchas veces se quedaban dos o tres meses sin poder vender su producción. ¿Y qué hacía la planta? Tenía que cerrar y dejar de funcionar, porque al comprador tenés que abastecerlo en todo momento y cuando él quiere. Entonces a raíz de eso los seleccionadores de maní comienzan a sembrar maní propio para que en esos baches en los que el productor no podía vender, ellos abastecían con esa mercadería al mundo. Y es así, hoy el setenta por ciento de la producción de maní esta en mano de las empresas y el treinta por ciento en los productores. Pero la consecuencia fue esa, los problemas económicos como que un día se devaluaba y al otro no, que vendías hoy y al día siguiente valía el doble, bueno… como verás la historia argentina se repite constantemente.
P – Si hay 24 industrias procesadoras de maní, ¿por qué Aceitera General Deheza se destacó del resto?
R – Esa respuesta tiene nombre y apellido. La familia Urquía, dueños fundadores de AGD, siempre que encara un proyecto lo hace con la mejor tecnología y poniéndole todo el esfuerzo que se requiere pasa sacarlo adelante. De los proyectos que yo conozco, todos los resultados fueron positivos. Si uno observa de la manera en la que creció una empresa del interior del interior, es una cosa impresionante. Creció en el puerto, en la logística con el ferrocarril, cuenta con la fábrica más moderna de soja radicada en la ciudad de General Deheza que tiene una capacidad de seis mil toneladas diarias de molienda. Entonces, el éxito de AGD tiene origen en sus propietarios y haber trabajado junto a ellos fue una enorme satisfacción.
P – ¿Qué significa el maní en su vida?
R – Todo. Soy oriundo de Carnerillo, un pueblito del interior de Córdoba muy chico. En mi adolescencia tenía amigos que eran hijos de productores y les preguntaba ¿Porqué no siembran maní? Porque en aquel entonces se sembraba desde General Cabrera hacia Villa María. Y recuerdo que les decía que si se tomaban el bus de Río Cuarto a Villa María verían que los pueblos prósperos son General Cabrera, General Deheza y Las Perdices y ¿Por qué? “Porque siembran maní muchachos” les contestaba. Es decir, el maní siempre fue un indicador de bienestar. Tiene sus momentos complicados, hay gente que se enoja porque perdió, pero si hoy analizamos el triangulo que une Río Cuarto con Villa María y La Carlota hay más de veinte empresas que hicieron posible que pueblitos como en el que yo nací se pudiera vivir. Hoy las empresas maniseras han montado grandes industrias, con muchos trabajadores y buenos salarios, con poblaciones maravillosas y gente que vive dignamente.
Por Luciano Aguilar – Redacción TodoMani