“El maní es para Córdoba lo que el tabaco para Salta, la yerba mate para Misiones o la caña de azúcar para Tucumán”, le encanta decir a Luis Macario, director de Gastaldi Hermanos, la tradicional empresa de General Deheza y presidente de la Cámara Argentina del Maní.
Es una manera de remarcar la importancia, a veces poco conocida, que el maní tiene para Córdoba, y lo que Córdoba es en el mundo, gracias al maní.
–Cuando uno mira los números de esta actividad se sorprende, Córdoba es reina absoluta.
–Sí, Argentina está en el podio mundial de la industria del maní, es una campeona. El puesto varía entre los tres primeros lugares entre Argentina, India y Estados Unidos, dependiendo del año y la cosecha.
–Y a su vez, la producción argentina de maní se concentra casi en su totalidad en Córdoba.
–Exacto, y casi te diría en el triángulo que se forma entre Río Cuarto, Villa María y La Carlota, allí está el polo manisero. Es típicamente una economía regional, estamos buscando que los legisladores la declaren así.
–¿No está considerada economía regional?
–No, y mirá por ejemplo, en un momento hubo una reducción del 50 por ciento para las retenciones en las economías regionales, y nosotros quedamos afuera.
–¿Qué retenciones tienen?
–El maní con piel, el 10 por ciento y el blancheado (o sea al que se le saca la piel), el cinco por ciento. El maní se exporta prácticamente todo, dependiendo del año se venden entre 400 mil y 500 mil toneladas y el consumo interno no llega a las 30 mil toneladas. Pero escucha este dato.
–Escucho.
–El maní representa entre el 10 y el 12 por ciento del total de las exportaciones de Córdoba. Esta industria llegó a exportar mil millones de dólares hace dos años. Ahora es un poco menos por la caída de los precios: el año pasado la tonelada de maní valía 1.700 dólares y ahora está en 1.200.
–¿La aduana de General Deheza trabaja casi al nivel de la de Córdoba no?
–Sí, creo que tiene más importancia aún, y fue creada en función del cluster manisero, aunque claro que pasan otras cosas, pero lo fundamental es el maní, que insisto, es una típica economía regional: desarrollo en el interior, radicada en un área geográfica, mucho empleo en la zona.
–¿Cuánta gente ocupa?
–3.500 empleos directos y 12 mil de forma indirecta porque se genera mucho alrededor: transporte, laboratorios de análisis de calidad, industria metalmecánica para maquinaria específica, servicios. Te aseguro que hay pequeños pueblos que si no fuera por la industria manisera estarían condenados a desaparecer.
–Como sector se los ha visto más activos en los últimos tiempos.
–Sí, hace dos años en la Cámara del Maní (que él preside desde hace cuatro años) decidimos diseñar un plan de relacionamiento para que el sector sea más conocido y entre en la agenda de políticas públicas.
–¿Avances?
–Por ejemplo, con el Ministerio de Agricultura firmamos un convenio y somos los primeros en adherir a la creación de un registro de buenas prácticas agrícolas, que establece, entre otras cosas, que todos los campos en los que se siembre maní se inscriban vía web en una plataforma del gobierno; el propósito es hacer un seguimiento para que no haya monocultivo; con Industria acordamos la realización de un estudio sobre el impacto económico del maní en Córdoba, que hace la Fundación Fada.
–¿Está listo ese estudio?
–No, va a estar en breve. Con Educación hablamos para que se trate de incorporar en la currícula de las escuelas técnicas algunas materias relacionadas con la actividad, sobre todo en lo que respecta al aseguramiento de la calidad, también comenzamos a relacionarnos con otras entidades como la Unión Industrial y la Bolsa de Cereales.
–¿Por qué siempre habla de la industria del maní, no es una actividad esencialmente agrícola?
–En realidad es una simbiosis de campo e industria. Este país siempre tuvo la dicotomía entre uno y otro y el tema es trabajar bien las dos cosas, el maní reúne los dos requisitos, es una industria que está integrada verticalmente.
–¿Qué quiere decir?
–Que las mismas plantas de selección tienen su propia siembra de maní, aunque además hay productores que siembran de forma independiente. Pero definitivamente es una industria, esto no es como el trigo que lo cosechás, lo ponés en un camión a granel y lo exportás.
–¿Qué tienen que hacerle?
–El maní se saca de abajo de la tierra, viene con vaina, con muchísimos cuerpos extraños. Se descascara, se higieniza, se seleccionan los granos de maní confitería y el resto va para aceite (esta es directamente otra industria). Luego hay un proceso posterior que es el blancheado, sacarle la piel. Para todo eso las plantas requieren una cantidad de maquinarias, algunas muy sofisticadas. Antes era todo manual.
–Me acuerdo de mi pueblo, General Cabrera, que había muchas mujeres que trabajaban en la selección, “picoteaban” el maní.
–Claro, pasaba el maní por una cinta y había mujeres de los dos lados que picoteaban, hoy eso prácticamente no existe. Son máquinas electrónicas que seleccionan por color, forma y textura. Imaginate que esos eyectores que sacan los granos feos se abren y cierran más de mil veces por segundo.
–¿Cómo está el país a nivel tecnológico en esto?
–Mirá, te diría que tecnológicamente estamos mejor que Estados Unidos y ni hablar que China e India.
–Epa! Qué bueno eso.
–Muy bueno, lo que nos preocupa es hacia adelante, se debería trabajar más en investigación y desarrollo, algo en lo que Estados Unidos está muy activo, y este es un tren del que no te podés bajar. Estamos viendo si logramos que se arme un fondo para ese fin, tomando un punto de las retenciones.
–¿Y su empresa cómo está?
–Bien, estamos creciendo, no tenemos deuda, está sólida financiera y económicamente y siempre con nuevos proyectos. Después del crack que tuvimos hace 15 años, es otra empresa.
–Casi bajan la persiana…
–Sí, fueron tiempos muy complicados, no podés dormir pensando en el cheque de mañana, comenzás a trabajar para la caja y no para el mostrador, es decir no importa malvender nada con tal de que te den algo de plata para cubrir algún hueco y así te vas enterrando más. Encima en un pueblo, y con el apellido de por medio, el nombre de la empresa, Gastaldi, es el apellido de mis tíos y socios.
–¿Por qué llegaron a eso?
–Estábamos sobreendeudados, fruto de errores propios, mucha presión de los bancos y un contexto económico horrible.
–Pero salieron fortalecidos.
–Sí, en aquel momento el molino harinero molía 180 toneladas de trigo diarias, hoy 315 y tenemos un proyecto para ampliarlo 40 toneladas más, es decir, en 15 años más que duplicamos.
–¿Y en maní?
–Exportábamos tres mil toneladas y hoy entre 14 y 17 mil anuales, lo multiplicamos casi por cinco. Ahora hemos iniciado una nueva división muy chiquita en la que estamos dando los primeros pasos, la extrusión.
–¿Y eso?
–Hay cereales que tienen ese proceso. Nosotros lo que hacemos es proteína de soja texturizada, que se usa en la industria cárnica, lo tienen las hamburguesas. En Chile por ejemplo, a donde estamos exportando, lo venden en bolsitas pequeñas y las amas de casa lo usan para hacer rendir más la carne.
–¿Qué es más importante en Gastaldi, el molino o el maní?
–Se disputan el primer puesto dependiendo del año y los precios. Hace unos años era ampliamente prioritario el molino, pero fuimos mejorando mucho en maní y de hecho los proyectos hacia adelante siguen. ¿Te cuento una infidencia?
–Sí claro.
–En el 87, cuando yo entré a la empresa a mis 22 añitos y recién recibido, ni siquiera sabía que teníamos una planta de maní. Y funcionaba, pero era una actividad muy pequeña y con tecnología precaria. Pasa que en realidad, toda la industria del mani es posterior al año 75, antes no existía.
–¿Cómo que no existía?
–No, no había maní confitería, el que se sembraba era todo para hacer aceite y alguien de la zona fue a Estados Unidos, que tenía 100 años en esto, visitó la zona manisera por excelencia, en Georgia y Alabama y dijo pucha allí hay una industria que no tenemos y podríamos tener! Mirá lo que es el maní hoy para Córdoba.
Fuente: diario La Voz del Interior