Para los profesionales conocedores de la problemática de la erosión hídrica y para los productores y habitantes que la sufren, es sabido que la zona central de Córdoba es pionera en hacerle frente, a través del trabajo mancomunado entre Estado y ruralismo. Muestra de esto son los 5 consorcios de conservación de suelos que trabajan en la región (de un total de 37), apoyados por el Ministerio de Agricultura y Ganadería.
Los métodos que se desarrollan para frenar la erosión implican proyectos técnicos precisos, con una mirada integral del problema, y que incluyen la obra pública (microembalses, canalizaciones) y el compromiso privado (terrazas en los campos), entre otros aspectos. La coordinación es importante, y la guía y el seguimiento de los proyectos cuentan con la tarea de ingenieros especializados. Es el caso de Miguel Cuenca, uno de los profesionales con amplia trayectoria en Córdoba.
“La característica de esta región es que está en la zona alta de la plataforma basculada de la provincia de Córdoba, la cual tiene pendientes y hay problemas de erosión graves. Los viejos bajos estructurales que cruzaban esa plataforma llevaban el agua hacia la Mar Chiquita. Los que están de Este a Oeste, al profundizarse, comenzaron a desviar el agua y generan grandes cárcavas”, dice Cuenca, poniendo foco en la causa de la erosión.
“En los últimos 20-25 años hemos tenido cinco lluvias por encima de los 170 milímetros. Eso genera dos tipos de problemas: la erosión y también la pérdida de capacidad productiva por falta de agua. El líquido, en vez de ser retenido en el suelo, escapa y no puede aprovecharse en el campo”, agrega el profesional.
Manejo y obras
“Al exceso de agua lo manejamos con terrazas y, para aquello que no se pueda infiltrar en el campo para producir, construimos microembalses de retardo. Son obras que retienen el exceso y lo distribuyen en el tiempo para que no ocasione problemas tierras abajo. Es importante destacar que retienen el agua pero no dañan a los cultivos”, dice Cuenca.
En este sentido, se conjuga el compromiso de los titulares de los campos y el aporte del Gobierno de Córdoba, tanto en montos para la financiación de las obras de construcción de los microembalses, como así también para el funcionamiento de los consorcios. Sólo en esa zona de la provincia, se han construido 22 microembalses que manejan el agua que entra a la cabecera de la cárcava principal, y se prevé la construcción de otros 12 microembalses en la zona de Corralito y 42 más en la parte norte que terminan juntándose aguas abajo.
“Cuando los productores entendieron que el principio de la solución no estaba en el campo de ellos, sino a 30 kilómetros, fueron a trabajar allá arriba e involucrarse con la gente de aquella zona para darle solución al problema”, sostiene el ingeniero.
Un futuro cercano: la integración
En mayo, se entregaron aportes por 27 millones de pesos al Consorcio de Gestión Integrada de Cuencas Río Jesús María-Río Pinto, para completar 12 microembalses de retardo. Este es el primer organismo en su tipo dentro de la Provincia y el objetivo al cual se apunta en todas las regiones, ya que aúna los esfuerzos de los consorcios camineros, canaleros, de regantes y de suelos.
Su mirada integrada, promueve el manejo coordinado y racional de los recursos naturales de la región mediante planes, programas, proyectos y obras orientadas a la resolución de la problemática hídrica, agropecuaria y de infraestructura.
Para que este mismo modelo que ya funciona en el norte, pueda llevarse a la práctica en la zona de Tercero Arriba, la Dirección de Conservación de Suelos y Manejo de Aguas del Ministerio de Agricultura y Ganadería trabaja de manera intensa con actores y entidades locales.
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