Dejar de ser el “granero del mundo” para convertirse en el “supermercado del mundo” es una aspiración que los políticos argentinos repiten como un mantra desde hace muchos años. Su estrategia concreta para lograrlo nunca ha estado clara, pero sí existen casos de éxito empresarial que se mencionan como ejemplos del camino a seguir.
La compañía modelo por excelencia es Arcor, el fabricante de golosinas nacido en Córdoba. Pero en esa misma provincia hay otra firma menos conocida que avanza en añadir valor a las materias primas de la pampa húmeda. Se trata de AGD (Aceitera General Deheza), una empresa familiar que factura unos 3.500 millones de dólares anuales, de los que un 90% provienen de sus ventas al exterior. Con Natura, su marca más importante, es líder indiscutido en el sector de los aceites de mesa en Argentina, y en los últimos años tuvo un fuerte crecimiento en ventas de mayonesa, hasta ubicarse detrás de Hellmann’s, la líder mundial.
La empresa tiene plantas industriales y oficinas en más de ocho provincias; es dueña de la terminal portuaria con mayor capacidad de embarque de Argentina y tiene la concesión de un ferrocarril con más de 4.700 kilómetros de vías. Su sede, sin embargo, se mantiene en la localidad homónima donde tuvo origen: General Deheza, una ciudad de 11.000 habitantes fundada a partir de las colonias agrícolas que impulsaba el Estado a finales del siglo XIX. Allí nació y vive Roberto Urquía, director de la empresa e hijo de su fundador, que falleció en 1996.
“En 1948 mi padre tenía una reserva de cereales y junto a otros socios decidió industrializar la semilla del lino, que en esos años era la más importante en esa región de Córdoba. Él siempre tuvo la idea de que era necesario agregar valor a la producción para generar puestos de trabajo en el pueblo”, afirma Urquía en las oficinas que tiene la empresa en el centro financiero de Buenos Aires.
Cargos políticos
Esa explicación sobre el origen de la compañía se condice con los cargos políticos que tuvieron más tarde tanto el padre, Intendente de General Deheza durante más de una década, como el hijo, que dirigió el municipio 12 años, fue senador provincial y, luego, nacional por el partido de los Kirchner entre 2003 y 2009. El empresario, no obstante, se distanció del peronismo gobernante en 2008, cuando el conflicto del Gobierno de Cristina Kirchner (2007-2015) con el sector agrícola se recrudeció por los impuestos a la soja. Pero mucho antes de alterar su vida política, esa oleaginosa había marcado un antes y un después en la historia de la compañía, de la que es dueño junto a dos hermanos y dos primos.
“Con la llegada de la soja a comienzos de los setenta, la industria de molienda de oleaginosas dejó de ser de temporada. Hasta ese momento no había producción suficiente para que un complejo agroindustrial trabajara 11 meses al año. Después de la cosecha, la fábrica se paraba por seis meses”, recuerda el director de AGD.
Cuando llegó la nueva semilla, el girasol llevaba varios años como principal molienda de la empresa, lo que estaba en línea con los hábitos de consumo de los argentinos. Todo el aceite de girasol que produce la compañía se envasa con las marcas de AGD — principalmente Natura— y se destina a los consumidores finales de Argentina y otros países de la región, entre los que sobresalen Chile, Uruguay y Paraguay.
“Empezamos a agregar valor cuando refinamos el aceite, comenzamos a fabricar los envases y las tapas y lo mandamos al supermercado. Y lo seguimos haciendo cuando pusimos una fábrica de mayonesa en la provincia de San Luis en 1992 y nos convertimos en el segundo operador en ese mercado, después de Hellmann’s”, afirma el dueño de AGD. Su marca Natura alcanzó el 23% de las ventas de mayonesa en el país y en los últimos años acortó mucha distancia con la marca de origen estadounidense, que lidera las ventas con un 47%.
Los productos destinados al consumidor final, sin embargo, son una parte minoritaria de las ventas de la empresa. Urquía explica que un 85% de la facturación proviene de la comercialización a granel de la molienda de oleaginosas, con un fuerte predominio de la soja. Es una industria de producción de proteínas y aceites que se comercializan como una materia prima, con precios ligados a los de los granos. AGD pasó de procesar 35 toneladas diarias de semillas en 1948 a más de 20.000 toneladas en la actualidad. De las más de seis millones de toneladas de soja que muele por año, obtiene un 80% de proteína (harinas y pellets), destinada a alimentación animal; y un 20% de aceite, que utiliza para producir biodiésel y glicerina.
Complejo logístico
El sistema de logística para transportar y luego exportar las materias primas y la producción son una unidad de negocio en sí misma. “Necesitábamos un puerto para cargar y exportar de forma eficiente y así poder competir con las multinacionales. Pero solos no podíamos construirlo, así que nos asociamos con otras empresas de Córdoba y Santa Fe y, en 1986, inauguramos la terminal 6 (T6)”, cuenta Urquía. Ubicada unos 30 kilómetros al norte de Rosario, la T6 se ha convertido en el complejo agroexportador más grande del país, y es propiedad de AGD y Bunge. Es un predio de 320 hectáreas a orillas del río Paraná con capacidad para acopiar 1,6 millones de toneladas de cargas sólidas y líquidas a granel; y una infraestructura para la descarga de 450 vagones diarios y más de 1.000 camiones. En sus muelles se realiza el 12% de los embarques de productos agroindustriales de Argentina. Otro eslabón de su cadena de logística es el ferrocarril Nuevo Central Argentino, del que tiene una concesión por 30 años. Sus 4.757 kilómetros de vías unen Tucumán con Buenos Aires.
Un producto de exportación en el que AGD tiene el liderazgo indiscutido es el maní. “Argentina es el mayor exportador de maní del mundo y producimos el 25% de esas ventas”, afirma Urquía. El pasado año la empresa también inauguró una finca de 1.750 hectáreas para producir almendras en Mendoza.
Fuente: El País