A mediados del mes de julio, cuesta creer que se lleve cosechada apenas el cincuenta por ciento del área. Los más memoriosos recuerdan campañas parecidas allá por el año 1998, y algunos incluso se animan a ir más atrás. Claro que no existía la tecnología actual para realizar los trabajos en el campo. Como sea, El Niño convirtió lo que sería -como se dice en el campo- “un cosechón”, en una carrera de obstáculos.
Los inconvenientes que acarrea un retraso tan grande en la cosecha de maní son muchos. Uno de ellos tiene que ver con los porcentajes de pérdida a nivel de lote. Al ser demasiado el tiempo que el cultivo estuvo a la intemperie y resistiendo el embate del clima, al cosecharlo, las vainas se desprenden con facilidad y ello se traduce en altos niveles de pérdida en el campo.
“Es muy difícil de cuantificar los niveles de perdidas con el cincuenta por ciento del área cosechada, pero hay que tener en cuenta que tuvimos pérdidas desde el momento del arrancado en las zonas anegadas” señala a TodoManí, el presidente del Centro de Ingenieros Agrónomos de General Cabrera, Fabián Giraudo.
La falta de piso también complica las tareas de recolección y el mal estado de los caminos dificulta el traslado hacia las plantas. Porque no hay que olvidar que a diferencia de otros cultivos, el maní no puede embolsarse o almacenarse en silos. Luego de ser cosechado se envía directo a las plantas para ser secado y acondicionado.
Un aspecto que no es menor y que tiene que ver con la sustentabilidad de los sistemas agrícolas es la siembra de cultivos de invierno. “Se perdió la posibilidad de hacer un trigo porque quedamos fuera de fecha, lo que hubiese sido importante para deprimir un poco las napas y consumir los excesos hídricos. El cultivo de cobertura se puede hacer, lo que sucede es que no tendrá un desarrollo tan importante y retrasará su crecimiento por las bajas temperaturas, pero el suelo va a quedar estabilizado”, comenta Giraudo.
Lejos de terminar la odisea, al llegar el maní a las plantas comienza un nuevo desafío. Por estos días se pueden observar largas colas de camiones en los accesos a las plantas procesadoras esperando entregar el maní. Una demora que está dada fundamentalmente por los elevados niveles de humedad en los granos al momento de ingresar a las plantas, entre 18 y 20%, que requieren de mayor tiempo de secado para lograr los niveles aptos para su proceso (9%).
Las secadoras tienen una determinada capacidad. Mientras más humedad tiene el grano más se demora su secado, lo que a su vez se traduce en mayor costo para la industria ya que la energía utilizada para este trabajo es gas natural, y a mayor cantidad de horas de secado, mayor consumo de energía. “En algún momento las industrias tuvieron cortes en el suministro de gas” apunta el presidente del CIA.
Entonces ¿Cuándo terminará la campaña?
“Al ser tan cortos los días, las horas de trabajo son menores, lo que también demora los tiempos en el campo. Imagínate que la última lluvia de cincuenta milímetros en junio nos paró por 15 días. Estimo que si las buenas condiciones climáticas se mantienen, aproximadamente faltaría un mes de trilla” explica el ingeniero Giraudo.
Algo es seguro, mientras la respuesta esté en manos del clima, no quedará otra más que esperar, porque ya nadie se juega un pleno en esa apuesta.
Por Luciano Aguilar –TodoMani